MIEDO A SOÑAR

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Hernando Vanegas Toloza
Médico Anestesiólogo


( Reflexiones a partir del Libro Lánzate al Vacío de J.C. Payán.)



“No cuento más que fronteras
hacia cualquier dirección.
Mi estrella fue de tercera,
no mi sol.

Fronteras de tierra,
fronteras de mares,
fronteras de arena,
fronteras de aire,
fronteras de sexo,
fronteras raciales,
fronteras de sueños
y de realidades.”

Hemos vivido siempre con el miedo a traspasar las fronteras. Sentimos pavor ante lo nuevo. Lo nuevo crea incertidumbre. La incertidumbre al ser mal manejada se transforma en estrés. El estrés excesivo es la carga del desarrollo que el ser humano lleva en sus hombros y la verdad es que no sabe cómo manejarlo.


“Mi cuerpo choca con leyes
para cambiar de lugar.

Mi sueño, rey de reyes,
echa a andar.”

Las leyes representan el orden jurídico de un estado de cosas. Quien no esté en ese orden es sometido a la represión por los organismos creados para tal efecto. Por ello existen las agremiaciones médicas, por ejemplo, para sancionar a los “traidores” de la medicina tradicional, oficial. Los mal llamados alternativos han tenido que desarrollar una lucha titánica contra la medicina oficial. En muchas ocasiones han sido objeto de burlas y escarnio público, en congresos, simposios y actividades sociales del gremio. En otras es vilipendiado ante “el paciente” que se atreve a decirle a un médico ortodoxo que “le consultó.”

“Lo alternativo” se abrió paso, o mejor dicho, emergió a la superficie porque ha vivido toda la vida ahí, arraigado a la memoria colectiva. Son memorables, los remedios de las abuelas. Las “tomas” que elaboraban para darle a quienfuera que se enfermó. O las famosas pócimas y pomadas del culebrero, que tiene “los remedios escondidos por la madre selva.” O la del indígena, que la usa para “curar” a su comunidad, o en algunos casos la utiliza como forma de vida, lo cual ha quedado inmortalizado en un famoso paseo vallenato:

Ay, el indio Manuel María
que vive en Guayacanal (Bis)
Ay, ese sí sabe curar
con plantas desconocidas. (bis)


Ay, cómo se dejan quitar
los médicos su clientela (bis)
De un indio que está en la Sierra
y cura con vegetales. (bis)

Ay, yo tuve una enfermedad
que nadie la conocía. (bis)
Y solo me pudo curar
el indio Manuel María. (bis)

Al indio Manuel María
lo busca la gente del centro. (bis)
Será por entendimiento,
o será por economía. (bis)

El desconocimiento de la medicina ortodoxa de los fundamentos de la medicina alternativa engendró en aquellos miedo. Lo que se desconoce se teme. Pero también se teme a las propias falencias. Miedo a su mediocridad. Miedo a su incapacidad de “curar”. Miedo a perder la batalla. Miedo a perder el favor de la sociedad. Miedo a caer del pedestal que creían pisar. Miedo a la competencia. Paradójicamente, la medicina tradicional, ortodoxa, hija del capitalismo prevaleciente, de la economía de mercado, le teme a la competencia. Increíblemente la medicina ortodoxa con fundamentos en la mayoría de las veces no probados “científicamente”, que recurre para explicar casi toda su fisiología y su fisiopatología a acepciones tales como “probablemente”, “posiblemente”, “no parecen ser”, “podría ser”, etc, etc, se cree dueña de la verdad revelada y desconoce a la medicina alternativa. Pero no es solamente por temor de abordar otras racionalidades. No es por temor a ver otras realidades. Es sencillamente, además de una racionalidad estrecha, terror de perder la clientela. En últimas esa es la razón de su postura. Sin clientela la medicina ortodoxa está perdida. Desaparecerá. Ellos son concientes de eso y por ello su agresiva campaña contra la heterodoxia en muchas partes del mundo.

A pesar de lo anterior, lo alternativo (heterodoxia) ha emergido a la superficie. Lo ha hecho rompiendo esquemas, planteamientos, ideologías, que se creían inamovibles, perpetuas. Al no tener cabida en la institucionalidad médica, lo alternativo se fue desarrollando, ganando su espacio, buscando emerger, de la mano de lo popular, de lo nativo, de la búsqueda, de lo utópico. La medicina oficial crea sus instituciones y “el paciente” debe acudir a ellos, aun en la llamada medicina preventiva. Lo alternativo ha existido desde tiempos inmemoriales en nuestros indígenas, en los negros, en nuestras abuelas, en nuestra gente. No necesita instituciones para “ejercer”, no necesita un consultorio dotado de camilla, escritorio, lámpara cuello de cisne, estetoscopio
( “descrestoscopio”, le llamaba uno de mis viejos y queridos profesores), tensiómetro, y la infaltable bata blanca. Sólo necesita “un ser”, “una comunidad”.

(El médico ortodoxo recibe a su paciente en su consultorio, “oficina” le llaman por acá al consultorio privado asimilándolo a un acto administrativo, no médico; de entrada le pregunta “¿Qué tiene Usted?”. Y el pobre enfermo es doblemente pobre. Llega sintiéndose enfermo y no puede exteriorizar lo que siente. “¿Desde cuándo? ¿En dónde le comenzó? ¿Se le alivia con algo? ¿Se le va para alguna parte?”, son algunas de las preguntas con que es bombardeado. El médico dispone de 10 minutos para realizar el Interrogatorio, el Exámen Físico, llenar la Historia Clínica, llegar a o presumir un Diagnóstico y extender los exámenes y la respectiva receta. “Tómese estos medicamentos, hágase estos exámenes y cuando los tenga, pida otra cita para ver cómo sigue. ¡El que sigue!” Ni siquiera saben el nombre del paciente. Es un número más. Masificación de la Medicina, “Compromiso de Gestión”, son todos nombres de una misma cosa. Deshumanización del Ejercicio Médico. Importa lo más mínimo el ser humano que llega quejándose de estar enfermo. Lo importante son las estadísticas. Seis pacientes por hora, veinticuatro por cuatro horas. Ante esta situación nos preguntamos: ¿De qué relación médico-paciente podemos hablar en este tipo de ejercicio médico? ¿Habrá la suficiente empatía médico-paciente para que se interconecten? ¿Se habrán preguntado alguna vez qué siente ese ser humano al ser tratado de esa manera? ).

En su devenir histórico la medicina alternativa ha estrechado los lazos, ha creado una compleja red, con la comunidad, con la gente común y sencilla y necesitada. Y ha adquirido compromisos con esa comunidad. Se va ganando médicos formados según la visión ortodoxa, mecanicista, que no han estado satisfechos con sus explicaciones y con su práctica. Entran a formar parte de esa comunidad, no es alguien ajeno a ella. Ante las carencias de todo tipo, se plantean la necesidad de luchar junto a su comunidad. Se visibiliza entonces, partiendo de su nueva concepción heterodoxa, la necesidad de lograr unas mejores condiciones de vida de la comunidad. Ejemplo de solidaridad y amor, vive la vida de la comunidad. Por ello, el alternativo que no se involucra con sus enfermos, que monta suntuosa infraestructura y espera que le “lleguen los pacientes”, difícilmente puede ser catalogado como tal. (Y de esos hay muchos!).

De esa vivencia resultan más compromisos. Por ello choca ya no solo con la institucionalidad médica, sino que las vivencias lo deben llevar a la ruptura con todo lo establecido. Es entonces tildado de subversivo. Y en efecto lo es:

“Los nuevos avances no se pueden añadir
al edificio compuesto por viejos ladrillos,
hay que cambiar los ladrillos
y remover también los cimientos.”
J. C. Payán

Se desencadena entonces la más atroz e inconcebible persecución. Además del enorme dolor producido por la ruptura, se le suma el dolor de la incomprensión, de la persecución. Que al decir de Luis Restrepo: “esa amplia gama de violencias implícitas, silenciosas, muchas de ellas sin sangre, que se anidan en la dinámica propia de las instituciones, manifestándose en los más diversos espacios de la vida cotidiana. Si entendemos por violencia toda acción tendente a impedir la emergencia de la singularidad humana o lograr su aniquilación física, tendremos que reconocer que son muchas las facetas de este doloroso fenómeno social, del que no escapa, por supuesto, la institución médica. Al interior de la medicina, se anida de manera muy especial esa violencia que Alice Miller, en un giro magistral, denominó la "violencia por tu propio bien".(Ver: Violencia Médica. Restrepo L. http://www.terapianeural.com/ ).

Víctima de esta violencia no es sólo el “alternativo”, también es perseguido y señalado el médico ortodoxo que llega por otro camino a las mismas conclusiones. Médicos que han aprendido a pensar. Que no tragan entero. Son entonces incómodos a la institucionalidad, al status quo, a los detentadores del poder y de la vida. Y como son miembros dañados de un cuerpo sano, deben ser extirpados. O eliminados. (Sea el momento de rendir homenaje a los médicos colombianos que han entregado sus vidas en el ejercicio de la medicina: Héctor Abad Gómez, Pedro Luis Valencia, Leonardo Betancur, Diego Escribano, Carlos Toledo Plata, Julián Conrado, Mauricio Narváez, David López Terán, Eduardo Pérez, Anuar Rivera, Féliz Young, Germán Vargas Lobo, entre muchos otros, convirtiéndose la práctica médica verdadera en una profesión peligrosa en Colombia.)

En algunas partes, el sistema trata de meter en cintura a lo alternativo. Procede entonces a “reconocer” las diferentes medicinas heterodoxas y normatiza su ejercicio, colocándole de esta manera una camisa de fuerza. Deben ser profesionales médicos, con atestados y diplomas. Al reconocerlos vuelve nuevamente a cometer el mismo error: juzgar con su racionalidad, medir con sus parámetros. Deja de lado al naturista empírico que aprendió por herencia familiar, o al indígena que recibió en herencia de sus antepasados sus conocimientos. Desconoce la herencia que los negros, los indígenas, el chamán, el saber popular, nos ha legado en años y años de ejercicio y lucha. Es claro que hay mercaderes, mercachifles, culebreros, vendedores de ilusiones, que se amparan en lo alternativo para hacer de las suyas. Pero también es cierto que hay campesinos que tienen conocimientos herbolarios que más de uno quisiera poseerlos. Son ciertos los conocimientos del chamán, del indígena, del gurú negro... ¿ Cómo explicar los rezos para aliviar el dolor de las luxaciones? ¿Cómo explicar que los gusanos del ganado se caigan cuando el curandero los reza? ¿Cómo explicar la sanación? De esta manera los conocimientos nativos y populares vuelven a ser excluidos por la institucionalidad médica.

* * * * *

( “ El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:
- No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.
Y canta lo que le cuenta la neblina:
- Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío.
Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:
- Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.

Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al shamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?”
(Ser como ellos y otros artículos. Galeano E. Ed. Siglo Veintiuno. Sexta edición. México. 2000)

* * * * *

“ En los alrededores de San José había un curandero, negro viejo, analfabeto, que Paco había conocido allá en la infancia. El hombre atendía sentado bajo un bambú. Se ponía anteojos para examinar a sus pacientes con ojos de doctor y para hacer como que leía el diario.
Todo el pueblo lo respetaba y lo quería. Como buen curandero de ley, el negro sabía salvar con yuyos y con misterios.
Una tarde le trajeron a una enferma que estaba en la miseria. Era pura piel y huesos, la muchacha: muy pálida, la mirada sin luz, había perdido el hambre y estaba muda y sin fuerzas ni para caminar.
El negro hizo una seña y se arrimaron al árbol los padres y el hermano.
El, sentado, meditaba; ellos, parados, esperaban.
- Familia- dijo, por fin.
Y diagnosticó:
- Esta muchacha tiene el alma toda desparramada.
Y recetó:
- Se precisa música pa’ rejuntárselá.” (100 relatos breves. Galeano E. Ed. LOM. Santiago de Chile. 1997. )
* * * * *


Desde luego que es necesario poner orden en el “caos” del ejercicio médico porque entendemos que este tipo de caos es perjudicial para el ser humano y para el médico en sí. Y no solamente en el ejercicio médico, sino quizá sea más importante en la educación médica. Llama la atención la explosión de Facultades de Medicina de carácter privado en Costa Rica, fenómeno que también sucede en otros países latinoamericanos. Cientos de nuevos médicos son producidos al año y lanzados a la calle de la competencia para conseguir el internado, el servicio social obligatorio y, posteriormente, un puesto que le garantice la supervivencia. La calidad de la enseñanza de esos médicos está en duda ya que muchas de dichas facultades de medicina carecen, por ejemplo, de cadáveres para aprender anatomía; de hospitales o clínicas para aprender semiología, o patología, o medicina interna, o cirugía. Si cuestionamos la estrechez de la formación médica ortodoxa, con su nula formación en humanidades y con la estrechez del pensamiento cartesiano-newtoniano, desintegrador del ser humano en piezas de relojería, con más razón cuestionaremos las distorsiones y falencias de esa formación producto de la visión imperante en el mundo: Todo es una mercancía. Mercancía es la educación médica y en mercancía se convierte ese médico que es conciente de la pobre formación que recibió. De allí a tener que venderse fácilmente a cualquier postor es un paso. Por ello insistimos en la necesidad de cambiar la educación médica de una con contenido programático a una con contenido paradigmático, que desarrolle lo que el Dr. Payán llama “Un Diálogo de Saberes” entre los paradigmas de la Medicina Ortodoxa y la Medicina Heterodoxa, que no solamente conozca y reconozca los “otros saberes”, sino que los respete.

El ejercicio profesional de ese médico formado en la actual y deficiente educación médica ortodoxa va a conllevar a la baja de la calidad asistencial que presta, especialmente a nivel institucional. Si estás mal preparado, mal puedes ser un excelente profesional. (Y por ello le temen a la competencia, según la economía de mercado.). No deja de ser preocupante que ese sea uno de los objetivos buscados por la permisividad estatal ante la mencionada explosión de Facultades de Medicina. Se deterioraría entonces la calidad de los servicios prestados por el Estado, en nuestro caso por la Caja Costarricense del Seguro Social, y sonarán los clarines llamando a la privatización. Y la salud de los costarricenses se convertirá en otra mercancía. El que paga la tiene, el que no, se...

De igual manera es preocupante la explosión de centros educativos que ofrecen cursos de medicina alternativa. Centros de enseñanza de acupuntura, de homeopatía, de moxibustión, de..., de... En fin. Creemos debemos estar alerta también ante esta situación y de lo que significa la proliferación de “Médicos alternativos” que “hacen a la vez homeopatía mal hecha, naturismo mal hecho, (...) Esa gente cree que uniendo una cantidad de mediocridades se logra hacer algo bueno.”

Quizá sea el momento de aproximarnos a una definición de lo alternativo. Según el Doctor Julio César Payán de la Roche: “ Podemos tratar de entender lo alternativo, desde el punto de vista médico, como nativo, pensamiento y práctica de tipo médico social sanitario, contestatario y propositivo a la vez, holístico en su concepción, no hegemónico, intuitivo y científico, dialéctico, dialógico, revolucionario, humanista, individual e irrepetible, que devuelve al ser humano sus potencialidades y capacidades de autocuración y ordenamiento propio en su todo, y le permite una relación más armónica en su intimidad, con su comunidad social y con el universo.”

Si aplicamos el anterior enunciado a nuestra vida diaria podríamos decir que el alternativo debe ser:

Un(a) guerrero(a) de la luz *
Un(a) luchador(a) por el bienestar de su gente
Un(a) librepensador(a)
Un(a) creativo(a)
Un(a) humanista y un hombre o mujer ético.
Un poeta (o poetisa)
Un(a) investigador(a)
Un(a) revolucionario(a)
Un(a) libertador(a)
Un(a) soñador(a).
* * * * *

* De aquí en adelante –y por algunos centenares de años- el Universo ayudará a los
guerreros de la luz a boicotear a los prejuiciosos.
La energía de la tierra necesita ser renovada.
Las ideas nuevas necesitan espacio.
El cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos.
El futuro se transformó en presente, y todos los sueños –excepto los que contienen
prejuicios- tendrán oportunidad de manifestarse.
Lo que haya sido importante permanecerá; lo inútil desaparecerá. El guerrero, sin
embargo, no está encargado de juzgar los sueños del prójimo, y no pierde tiempo
criticando las decisiones ajenas.
Para tener fe en su propio camino, no necesita probar que el camino del otro está equivocado.

(MANUAL DEL GUERRERO DE LA LUZ. Paulo Coelho.) (Agosto 2003)

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